Thor Ragnarok: Nuevos Dioses (y monstruos)

Continuando nuestro repaso por las reseñas del Daily Bugle: Edición Cine, y mientras preparamos el próximo podcast de Thor: Love & Thunder, aprovechamos para recuperar nuestra reseña de la anterior entrega en Marvel Age #25 (enero de 2018):

Salvando la distancia de su mayor coste, complejidad y plazos de producción, el Universo Cinemático Marvel ha incorporado al cine la visión creativa del cómic. Por larga que sea la agenda de Kevin Feige, requerirá de tanta flexibilidad como planificación para llevarla a cabo. Comenzando por esta primera revisión a fondo del Dios del Trueno, y de paso del Coloso Esmeralda, aprovechando la necesidad de dejar a ambos fuera del conflicto de Capitán América: Civil War, sobre la base de las mismas tramas del “Ragnarok” de “Vengadores: Desunidos” y Planeta Hulk”, que los mantuvieron alejados del evento original, para reorientar ambas franquicias.
 

Taika Waititi luce su outfit más discreto

 

Mucho nos tememos que la separación no será amistosa

El nuevo rumbo se anunciaba ya en Los Vengadores: La Era de Ultrón, en 2015. De hecho, se llevaba especulando con adaptar “Planeta Hulk” desde al menos dos años antes, pero el propio Feige ha asegurado que desconocían aún el destino de aquel Quinjet, ni se había vinculado a Thor cuando despegó. Y aunque su ambigua visión en la cueva sí determinara ya claramente la dirección de éste, la clave está realmente en su tono, y aún faltaban cinco meses para concretarlo con la contratación de Taika Waititi como director. Porque Thor: Ragnarok es inauditamente una obra de autor, o bien éste ha sabido alinearse con la visión del estudio, pero como sea el orden de los factores, ha dejado su impronta personal en todo el producto. Es muy significativo que todas las reseñas hagan referencia a James Gunn, pero casi ninguna se acuerde ya de Edgar Wright. El éxito de Guardianes de la Galaxia ha sido clave, evidentemente, para determinar la nueva ambientación y tono de Thor: Ragnarok. Puntualizando el humor y el trasfondo de space opera que estaban muy presentes desde el comienzo de la saga, y en el cómic, ajustando más bien sus proporciones. Pero es que ni Kenneth Branagh en Thor, ni Joss Whedon en Los Vengadores, ni Alan Taylor en Thor: El Mundo Oscuro habían logrado dosificar satisfactoriamente el molde mitológico con su contraste humorístico con los humanos, oponiéndolos hasta anularse mutuamente o caricaturizarlo. No obstante, ya se le notaba mucho más cómodo a Chris Hemsworth en Los Vengadores: La Era de Ultrón, al menos al soltar el martillo y desencuentros en posproducción aparte, y fue el propio actor quien propuso soltarse del todo, tras escuchar una crítica negativa de Kevin Smith en un podcast: “si nos vamos a ir, salgamos bailando”.

El caso de Hulk puede parecer distinto, por cuanto carece de saga propia al depender de los acuerdos de distribución con Universal Pictures. Pero eso no le impidió realizar una primera incursión en solitario y lo mismo le ocurría con Paramount al resto de producciones de Marvel Studios hasta Iron Man 3, y Disney se apresuró a recuperar sus derechos. Probablemente lo hubiera hecho también con El Increíble Hulk si no ocupara el último escalafón de toda la taquilla cinemática, o si Edward Norton no se hubiera caído del reparto de Los Vengadores. Así que no se trata sólo de los contratos, sino que, aun partiendo como el principal icono de Marvel Studios, se optó por desarrollarlo transversalmente. Puede que su icono estuviera demasiado asociado a la serie de televisión de los setenta, y deba evolucionar antes de volver a intentarlo, o que funcione mejor como contrapunto a otros héroes. Similarmente, fue también Mark Ruffalo quien propuso en qué dirección se movería su personaje tras Los Vengadores: La Era de Ultrón. O más bien sus personajes, trazando no una película sino un arco como secundario hasta Los Vengadores 4: “que Hulk hable es el comienzo de su separación en dos individuos”.

Un duelo capaz de hacer palidecer el desenlace.

 

Thor: Ragnarok exprime, en definitiva, las posibilidades de un universo interconectado para recombinar y descontextualizar a sus personajes, y desarrollarlos más allá del concepto tradicional de saga fílmica. Ya tuvimos un aviso en la presentación de Waititi en los cortos del Team Thor, pero ni eso nos preparó para su total deconstrucción de Thor, arrebatándole todos sus signos de identidad, la melena, la capa, el martillo, la sombra de Odín, su anclaje en Midgard y finalmente la propia Asgard, para obligarle a levantarse de nuevo. Un Thor y una Asgard transformados, como corresponde a un Apocalipsis renovador como el Ragnarok. Y como se ha reinventado siempre el cómic para seguir siempre adelante década tras década. En particular las historias que más directamente evoca, como son el lado gamberro de Walter Simonson, la desbordante fantasía visual de Jack Kirby, la falta de complejos de la “Contienda de Campeones”, los garitos cósmicos de Dan Abnett y Andy Lanning, el Asgard posticónico de Kieron Gillen… lejos de darle la espalda al cómic, el Universo Cinemático ha alcanzado su propia Explosión Marvel.

No hay contienda sin campeones.

 

Hay mucho más que risas y fuegos de artificio. Como en Guardianes de la Galaxia, laten multitud de dramas personales bajo la superficie de sitcom de Thor: Ragnarok. Pero al igual que en sus anteriores trabajos independientes, Waititi no los disfraza de chistes como Gunn, sino que salta con una desarmante ligereza de una dimensión a otra. Acaso, las enfrenta abiertamente en dos gags muy puntuales, la cadena de Surtur y la no reconstrucción de Asgard, que sirven como puertas de entrada y salida del terreno de juego, a riesgo de que no las cruce todo el público. Dicha ruptura es aún más sorprendente no corriendo el guión por parte del director, sino de tres hombres de la casa, como son los autores Craig Kyle, productor de toda la trilogía, y su coescritor habitual Christopher Yost, guionista también de la segunda parte, junto a Eric Pearson, que ha firmado asimismo varios one-shots y capítulos de Agente Carter. Waititi debió de influir en alguna medida en el libreto, pero especialmente en un rodaje que concedió gran protagonismo a la improvisación de los actores, como denotan la química y diversión que se transpira entre todos ellos, y que pesa realmente más que el argumento. Todos evolucionan, y las nuevas incorporaciones encajan inmediatamente sin desplazar ni competir con las ya consolidadas, pero si tenemos que destacar uno, por fin podemos señalar a un redescubierto Chris Hemsworth. Podéis echarle la culpa a Saturday Night Live.

Lo sentimos, la marca de Los Defensores está ya ocupada.

 

En contra, pesa haber casi solapado dos visiones tan desmitificadoras como la de Gunn y la de Waititi. Y sobre todo, quemar un Ragnarok que muchos habíamos imaginado tonalmente más épico, que no visualmente, y mucho menos comprimido. Los principales damnificados son unos ninguneados secundarios asgardianos y una Hela magnética, pero finalmente genérica por falta de espacio. Pero a Thor le hacía falta dejar de intentar encajar con Los Vengadores, y ahora, serán ellos los que tendrán que alcanzar las estrellas.

 

Lo sentimos, la marca de Los Defensores está ya ocupada.

 

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