Venom: El monstruo del ayer
La enorme distancia entre crítica y público respecto a Venom tiene mucho de brecha generacional, con unos datos demográficos en su estreno aún más jóvenes que los de Spider-Man: Homecoming, validando los tan discutidos límites de la calificación “PG-13”, a costa de un tono esquizofrénicamente oscuro y humorístico. Una mezcla que puede parecer paradójica, pero de cuya potencialidad era muy consciente Avi Arad, como juguetero desde el éxito de su figura de acción en 1991, y como productor tras robarse buena parte de Spider-Man: La Serie Animada, en 1994. No por casualidad, Veneno se emancipó ese mismo año de Spidey en el cómic, a partir de su primera miniserie, “Protector Letal”. Y tres años después, también lo intentaría en el cine, nada más fundar Arad Marvel Studios, en coproducción con New Line y con guión de David S. Goyer, simultáneamente a Blade, con Dolph Lundgren y Matanza como potenciales protagonista y antagonista. Todo un récord para un personaje que aún no había cumplido su primera década. Si bien los derechos de Spiderman estaban bloqueados en una encarnizada batalla legal, y tan pronto como se hizo con ellos Sony, en 1999, canceló inmediatamente el proyecto como primer paso hacia la presente adaptación, irónicamente, de nuevo a espaldas de Spidey.
Veneno apareció, por imposición de Arad a Sam Raimi, en Spider-Man 3 en 2007, para anunciar su propio spin-off tres meses después del estreno; volvió a anunciarse en 2012, a tres meses de The Amazing Spider-Man; y nuevamente en 2016, a dos del debut de Spidey en el Universo Cinemático en Capitán América: Civil War, regresando con cada reinicio a la casilla de salida, aunque cabe hablar más de una larga década en preproducción que de proyectos realmente diferenciados. Sabemos, por ejemplo, que la escena del simbionte cruzando la ciudad saltando de un portador a otro ha realizado todo el camino desde el borrador originario de Paul Wernik y Rhet Reese (Deadpool), de 2008. Entre tanto Marvel Studios ha reinventado el concepto de franquicia, impactando como no podíamos haber imaginado sobre la franquicia de Spiderman, que sigue siendo la mayor saga individual del género, pero se había quedado atrás en su nueva dimensión colectiva. Condicionando en concreto cómo se ha ido articulando el proyecto de Veneno: desde derivar cual Supergirl, directamente del Spider-Man de Sam Raimi, a pretender adoptar el modelo del Universo Cinemático, desarrollando paralelamente a Veneno para converger con los Amazing de Marc Webb; hasta integrar actualmente las películas individuales en imagen real de Spiderman en el Universo Cinemático, licenciadas por Sony pero bajo supervisión de Marvel Studios, mientras Sony sigue controlando hasta otros novecientos personajes Marvel por su cuenta, comenzando por Veneno.
No obstante, la saga de Amazing ya se planteó con la expectativa de llegar a integrarse en el Universo Cinemático; Homecoming y Venom comparten un mismo núcleo de producción, y un cruce continuo a lo largo de estos años de cineastas como Gary Ross, Alex Kurtzman o Jeff Pinker, de un proyecto a otro; Homecoming podría seguir apuntando, como Amazing, hacia Los Seis Siniestros; Venom sólo se ha retrasado cuatro meses desde la agenda de Amazing, como punta de lanza de la misma agenda básica de futuros proyectos filtrada durante el Sonyhack; y su ficha técnica encajaría en cualquier producción de Marvel Studios, con el diseñador de producción de Homecoming, Oliver Scholl, el director de fotografía de Iron Man, Matthew Libatique, el director de la segunda unidad y el coordinador de especialistas de Capitán América: El Soldado de Invierno y Civil War, Spiro Razatos y Andy Gill, el compositor de la banda sonora de Black Panther, Ludwig Göransson… en suma, se está alcanzando la misma vieja ambición de franquiciar la licencia arácnida, por dos vías distintas, pero tan íntimamente relacionadas, que ya sea bajo el paraguas del Universo Cinemático o de los personajes Marvel de Sony, están condenadas a encontrarse.
Hasta entonces nos enfrentamos al sinsentido de un universo derivado de Spiderman sin Spiderman. Aunque para mi propia sorpresa, debo reconocer que no le he echado de menos en Venom. Spider-Man 3 malogró el origen canónico de Veneno, y la saturación de enfrentamientos de los héroes contra sus versiones oscuras desde entonces, más el desgaste de los dos reinicios arácnidos, obligan a buscar un nuevo enfoque. La respuesta ha sido saltar directamente al Veneno antihéroe, pero sin perder de vista el cómic. Mantiene su origen alienígena, recurriendo a la misión espacial de John Jameson como guiño a la serie de animación de los noventa, y a su propia tendencia a infectarse y ser poseído en el cómic, como puerta de entrada del simbionte. Combinado con la bioingeniería de la versión Ultimate a través de la malvada Fundación Vida de “Protector Letal”, que marcaba su verdadero origen como antihéroe, y la invasión de “Planeta de Simbiontes”, que continuaba en 1995 la historia de los simbiontes de aquella (tres más Veneno). Más algunos retazos de “El Hambre” en cuanto a explorar mínimamente su biología. Spiderman participaba en casi todas estas aventuras, pero como mero reclamo, que aquí sólo cuestionaría el protagonismo de Veneno. Pero es que también en el cómic se viene reduciendo progresivamente a la categoría de anécdota la participación de Spiderman en su origen, según ha desarrollado Brian Michael Bendis el trasfondo cósmico de los Klyntar, o antes prescindió en su ultimatización del símbolo de la araña (salvo en las portadas de Mark Bagley), de la que también Donny Cates ha apuntado hacia un origen dragonesco en el universo principal. Y sobre todo, hace treinta de sus treinta y cuatro años, desde “Protector Letal”, que el odio a Spiderman ya no define a Veneno. De modo que la película está tanto subvirtiendo su origen, como en el fondo completándolo.
El primer acto traslada funcionalmente la caída de Eddie Brock al contexto de la película, para abandonarse una vez se une al simbionte al espectáculo palomitero. Lo que paradójicamente cuenta como un punto a favor, porque también asoma el lado gamberro del director, Ruben Fleischer (Bienvenidos a Zombieland) y le da una excusa para sobreactuar a un pasadísimo, pero aún carismático, Tom Hardy, capaz de montarse una buddy movie consigo mismo. El departamento de efectos visuales la extiende a un Veneno totalmente reconocible desde las viñetas, sentido arácnido inclusive (sin nombrarlo), aunque se echan mucho de menos las telarañas y fracasan por contra al plasmar su forma líquida o todo lo que implique interactuar con sus portadores. Revelando su alma de serie-B, que ni siquiera pretende esconder un final en piloto automático. Mejor adaptación que película, inconsistente, descarada y caótica como una miniserie noventera.
- 7 nov. 2024
- TBO en pantalla