Masacre lo cambia todo

Retomamos nuestro repaso por las reseñas del Daily Bugle: Edición Cine, para celebrar el estreno de Deadpool y Lobezno con nuestras nuestras primeras impresiones sobre la primera entrega del Mercenario Bocazas allá por el Marvel Age #4 (abril de 2016):

La irrupción del Mercenario Bocazas en los cines es mucho más que un imprevisto taquillazo. Su entusiasta recepción por buena parte de la crítica y sobre todo del público, restituye las adaptaciones marvelitas de Fox, apenas seis meses después del batacazo de Los Cuatro Fantásticos, más allá de la vigencia de sus contratos de licencia. A la espera de X-Men: Apocalipsis, supuestamente llamada a preparar el próximo ciclo mutante, y por mucho más ambiciosas que fueran X-Men: Primera Generación y X-Men: Días del Futuro Pasado, ha sido Masacre quien ha agitado el escenario, renunciando precisamente a cualquier otro objetivo que divertir, y lográndolo de pleno. Tal vez ahora les sobre La Primera Familia, pero los mutantes cinematográficos han encontrado un nuevo centro y sobre todo, una nueva dirección: un nuevo paradigma a la altura de lo que representaron el Spider-Man de Sam Raimi o el Tony Stark de Robert Downey Jr.

In extremis, además, para darle el relevo a Hugh Jackman como gran icono de la saga y a punto de agotar el plan maestro trazado para continuarla a partir de la salida de su padre pródigo, Bryan Singer, en 2004. Curiosamente, Masacre había estado hasta ese momento bajo el radar cinematográfico mutante. Formó parte en 2000 del megapaquete de licencias de Marvel a la productora independiente Artisan, y tras su quiebra en 2004 pasó a una New Line en busca de sustituto a la recién concluida trilogía de Blade.

Precisamente, de Blade: Trinity llegó su director, productor y guionista, David S. Goyer, que se trajo asimismo de aquella a Ryan Reynolds. El canadiense se ha mantenido desde entonces como protagonista, a pesar de que el proyecto se canceló en 2005, para ser resucitado por Fox aprovechando su conexión con Lobezno. El referente del Dhampiro puede antojarse lejano, pero cobra una inaudita importancia si consideramos que ambos comparten una similar horquilla de producción y la misma calificación “R”, la “clase media” que buscaba Kevin Feige para poder abrir el espectro urbano de Marvel Studios y que ha acabado alojándose en Netflix, y el mismo nivel de riesgo que retrasó la luz verde de Fox por más de una década, cuando tenían el molde en la primera de sus adaptaciones modernas. En su lugar, se recurrió a un rodeo llamado X-Men Orígenes: Lobezno, cuyo verdadero objetivo era servir de piloto encubierto para dar paso a cuantos más nuevos spin-offs... peor. 

Una desastrosa versión de Masacre, más bien un superadaptoide, forzado a encajar en el deseado espectro generalista de la cinta hasta el punto de coserle la boca. La idea, en todo caso, no era presentar a Masacre sino, como no cesaba de insistir Reynolds en la misma promoción, una versión embrionaria del mismo que aprovechara la presentación de Arma X para no hacer demasiado repetitiva su película, y a la que descosían la boca ya en una escena post-créditos alternativa, finalmente relegada a la edición doméstica, desde la que poder adaptar más fielmente el cómic. Los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick (Bienvenidos a Zombieland) aterrizaron en el proyecto con Lobezno aún en la cartelera, en mayo de 2009, y comenzaron a escribir el libreto codo a codo con Reynolds, con el rodaje inicialmente previsto para 2011, hasta que el estudio priorizó en su lugar X-Men: Primera Generación y Lobezno: Inmortal, condicionando a esta última Masacre.

Retomamos nuestro repaso por las reseñas del Daily Bugle: Edición Cine, para celebrar el estreno de Deadpool y Lobezno con nuestras nuestras primeras impresiones sobre la primera entrega del Mercenario Bocazas allá por el Marvel Age #4 (abril de 2016):

La irrupción del Mercenario Bocazas en los cines es mucho más que un imprevisto taquillazo. Su entusiasta recepción por buena parte de la crítica y sobre todo del público, restituye las adaptaciones marvelitas de Fox, apenas seis meses después del batacazo de Los Cuatro Fantásticos, más allá de la vigencia de sus contratos de licencia. A la espera de X-Men: Apocalipsis, supuestamente llamada a preparar el próximo ciclo mutante, y por mucho más ambiciosas que fueran X-Men: Primera Generación y X-Men: Días del Futuro Pasado, ha sido Masacre quien ha agitado el escenario, renunciando precisamente a cualquier otro objetivo que divertir, y lográndolo de pleno. Tal vez ahora les sobre La Primera Familia, pero los mutantes cinematográficos han encontrado un nuevo centro y sobre todo, una nueva dirección: un nuevo paradigma a la altura de lo que representaron el Spider-Man de Sam Raimi o el Tony Stark de Robert Downey Jr.

In extremis, además, para darle el relevo a Hugh Jackman como gran icono de la saga y a punto de agotar el plan maestro trazado para continuarla a partir de la salida de su padre pródigo, Bryan Singer, en 2004. Curiosamente, Masacre había estado hasta ese momento bajo el radar cinematográfico mutante. Formó parte en 2000 del megapaquete de licencias de Marvel a la productora independiente Artisan, y tras su quiebra en 2004 pasó a una New Line en busca de sustituto a la recién concluida trilogía de Blade.

Precisamente, de Blade: Trinity llegó su director, productor y guionista, David S. Goyer, que se trajo asimismo de aquella a Ryan Reynolds. El canadiense se ha mantenido desde entonces como protagonista, a pesar de que el proyecto se canceló en 2005, para ser resucitado por Fox aprovechando su conexión con Lobezno. El referente del Dhampiro puede antojarse lejano, pero cobra una inaudita importancia si consideramos que ambos comparten una similar horquilla de producción y la misma calificación “R”, la “clase media” que buscaba Kevin Feige para poder abrir el espectro urbano de Marvel Studios y que ha acabado alojándose en Netflix, y el mismo nivel de riesgo que retrasó la luz verde de Fox por más de una década, cuando tenían el molde en la primera de sus adaptaciones modernas. En su lugar, se recurrió a un rodeo llamado X-Men Orígenes: Lobezno, cuyo verdadero objetivo era servir de piloto encubierto para dar paso a cuantos más nuevos spin-offs... peor. 

Una desastrosa versión de Masacre, más bien un superadaptoide, forzado a encajar en el deseado espectro generalista de la cinta hasta el punto de coserle la boca. La idea, en todo caso, no era presentar a Masacre sino, como no cesaba de insistir Reynolds en la misma promoción, una versión embrionaria del mismo que aprovechara la presentación de Arma X para no hacer demasiado repetitiva su película, y a la que descosían la boca ya en una escena post-créditos alternativa, finalmente relegada a la edición doméstica, desde la que poder adaptar más fielmente el cómic. Los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick (Bienvenidos a Zombieland) aterrizaron en el proyecto con Lobezno aún en la cartelera, en mayo de 2009, y comenzaron a escribir el libreto codo a codo con Reynolds, con el rodaje inicialmente previsto para 2011, hasta que el estudio priorizó en su lugar X-Men: Primera Generación y Lobezno: Inmortal, condicionando a esta última Masacre.

Reynolds protagonizó entre medias Linterna Verde, marcando un triplete difícilmente empeorable en el género, tanto que no llegó a representar el problema de disponibilidad que se temía al descartarse continuarla. Ya en 2011, llegó como director el debutante Tim Miller, con una amplia experiencia no obstante en animación y efectos especiales, tanto con Fox como con Marvel Studios, a través de su compañía de Blur Studios, y una conexión instantánea con la visión de Reynolds, Reese y Wernick. No así con el estudio, que no se decidía a asumir la calificación “R” (para mayores de dieciocho años), y la consecuente reducción de su público potencial y presupuesto. Aun considerándola testada en 2013 por el videojuego de High Moon Studios, guiños a Reynolds incluidos, el bloqueo se mantuvo hasta que en el verano de 2014 se “filtró” en Internet un metraje animado de prueba realizado por Blur cuatro años antes, posteriormente reconstruido en imagen real en la propia película. La reacción de los aficionados fue tan positiva, que según ha revelado Reynolds recibió internamente luz verde en apenas veinticuatro horas, aunque tuviéramos que esperar mes y medio a que se anunciara. 

El mundo no iba a detenerse, heredando por el contrario Masacre la provocación independiente de Matthew Vaughn en Kick-Ass o James Gunn en Súper. El segundo especialmente, ha abierto una vía en pleno Universo Cinemático para enfoques como el de Ant-Man, o este Deadpool, particularmente en cuanto a su tono autoparódico o el protagonismo de la banda sonora. O la lección inversa del tránsito de Josh Trank de Chronicle a Los 4 Fantásticos. Lo que sí aporta Masacre, y no será tan fácilmente exportable como se creen quienes se apresuran a repartir “Rs”, es su recurso de autoconsciencia/locura. Una licencia para disparar contra todos y contra todo, Fox, mutantes, él mismo y hasta el público que espere a la doble escena post-créditos. Y la misma narrativa cinematográfica, lo que le permite camuflar de paso un argumento mínimo, que, narrado linealmente, no habría podido esconder un exceso de formulismo superheroico bajo todo ese discurso antiheroico. Deudor incluso de X-Men Orígenes: Lobezno, y con unos villanos a la altura de aquella, aunque sólo por reivindicar el lado siniestro de Arma X que entonces no le dejaron mostrar a Gavin Hood, aun sin mencionarla para contener los daños en caso de fracaso, se admite como penitencia. 

Sólo rechina un final feliz, totalmente incoherente con su propio desarrollo, pero para entonces ya se ha ganado el derecho a que todo valga. Porque aquí no importa el qué sino el cómo, ni se trata tanto de una historia como de un mundo y un personaje nuevos, instantáneamente icónicos y cien por cien divertidos. Exactamente como un cómic de Masacre… ¿que viene a expandir el género superheroico, o a acabar con él?

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